18 de marzo de 2018

EL CONVENTO DE LA MERCED Y LA SEMANA SANTA DE HERENCIA

EL CONVENTO DE LA MERCED Y LA SEMANA SANTA DE HERENCIA
Tendríamos que hacer, en principio, una división. Por un lado, la Semana Santa oficial, de los oficios litúrgicos y por otra parte, la Semana Santa devocional o procesional. Ambas van de la mano, pero con sus diferencias, y éstas según los tiempos y la evolución social. Una temática, no obstante, que ahora no vamos a abordar.
1. La Semana Santa litúrgica
El convento de la Merced de Herencia, desde su origen, en 1656, ha ofrecido al pueb
lo el lógico servicio litúrgico de las celebraciones de la Semana Santa. No obstante, ha habido desde su fundación hasta el final del ancien régime, que para este caso podríamos señalar la fecha de 1836 con la desamortización de Mendizábal, que supuso el fin de la primera época de La Merced en Herencia, un hecho significativo, aunque también muy común a los servicios que ofrecían los frailes en general a la sociedad confesional del ancien régime.
Según la ‘Escritura de fundación del convento de la Merced de Herencia’ (MADRID, A.G.P., leg. 167) se establece la preferencia de elegir a un mercedario como predicador de la Cuaresma en la Villa todos los años.
Para entender esto en su justo sentido hay que comprender el contexto socio-religioso. La comprensión de un periodo determinado de la historia no solamente viene por el estudio y análisis de los acontecimientos políticos. Hay que estudiar también la sociedad, las corrientes de pensamiento… En este caso se trata del ángulo de visión de la sociedad a partir de la explicación de la vida entorno a la religión: La vida de la sociedad de Europa durante la Edad Moderna se encontraba altamente sacralizada. Nos encontramos, por tanto, ante una sociedad sacralizada.
Pero, ¿qué significa exactamente una sociedad sacralizada? La sacralización es la subordinación de la vida terrena, con todos sus valores y desvalores, a la vida que se creía eterna y duradera para siempre. Una vida eterna según el dogma cristiano con la creencia de una existencia más allá de la muerte. La inexistencia de barreras entre lo natural y sobrenatural convivían y se intercomunicaban, como si de un mismo universo se tratase.
Por tanto, hay que entender que la sociedad en la Edad Moderna era un mundo intensamente sacralizado, donde la incredulidad era prácticamente inexistente y en el que la existencia estaba pautada por la religión desde la cuna a la sepultura. Los diversos momentos del día les marcaba el sonido de las campanas de la Iglesia, las numerosas fiestas respondían fielmente al santoral, muchos de los contratos y escrituras especificaban sus plazos aludiendo a festividades religiosas. La gran mayoría de la masa analfabeta apenas recibía otra instrucción y otras consignas que a través de la predicación y la confesión. La omnipresencia de la muerte y el temor al castigo eran omnipresentes y estaban, en cierta medida, encauzados por la Iglesia.
Pues bien, en Herencia, como en toda la Cristiandad en esa época, para la cuaresma había buscar para la villa religiosos predicadores. Estos era pagados por el concejo, es decir, por el ayuntamiento, dentro de la lógica de las sociedades sacralizadas, pues estos actos eran concebidos y vividos como un servicio al pueblo. Algo semejante, mutatis muntadi, es ver hoy, en una sociedad desacralizada, como lógico y normal, que las arcas comunales sufraguen, por ejemplo, el pregón de carnaval.
Pues bien, en la condición tercera de la dicha ‘Escritura de fundación del convento’, se establece que se elija a un fraile de la Merced para esta función. Debía elegirlo el concejo con la aprobación del prior. No obstante, se estipula que si el concejo no estaba contento con ninguno de ellos podía nombrar a otros de «otra religión» (de otra orden). Sin embargo, si no hubiese entendimiento y el predicador fuera del gusto del prior y no del concejo, el prior debía pagarle las limosnas correspondientes, es decir, corría de su cuenta.
Parece ser que durante todos los años, desde 1657, la elección del predicador cuaresmal para Herencia recayó en un fraile de la Merced. Esto se realizó de forma sistemática y, en la mayoría de los casos, sin ningún problema. No obstante, conocemos que, en algunas ocasiones, hubo problemas de elección entre el concejo y el prior. En estos casos el convento acudía a la Cámara Prioral para su solución. Ello nos consta en los años de 1662, 1740, 1741 y 1744. Parece ser que en este último año (1744) se aprobó una concordia que puso fin a las posibles dudas al respecto.
Por tanto, el Real Convento de la Merced de Herencia, durante dos siglos, tuvo a su cargo la misión de predicar las Cuaresmas en la Villa.

2. La Semana Santa devocional
Bien nos gustaría poder hacer una historia de la sensibilidad religiosa de nuestro pueblo a través de los siglos. Poco o casi nada sabemos, justo ahora que tanto se recurre a la historia. Pues corremos el riesgo de proyectar al origen de los tiempos lo que siempre hemos visto en nuestra corta existencia. Mas para esta labor histórica hace falta método científico y libertad de espíritu.
La Semana Santa cofradiera y procesional tal y como hoy la conocemos es muy reciente en la historia de nuestro pueblo. Yo me atrevería a decir que está aún en proceso de forjarse. Todas las cofradías penitenciales que procesionan son de post-guerra. Antes salían algunas imágenes (Cristo con la cruz a cuestas, la ‘urna’ y la Virgen de los Dolores) sin cofradía de nazarenos. De hecho, muchas de las procesiones que hoy conocemos, tanto de Semana Santa como de gloria, son de muy reciente creación. Si hiciéramos un repaso crítico nos llevaríamos muchas sorpresas.

Pues bien, hace poco, recorriendo mis ojos documentos y estudios
Esta tradición se tuvo que perder con la exclaustración de los frailes en 1836. Por mucho tiempo quedó en paréntesis esta procesión, pues el paso de la “borriquilla” que hoy posee la unión de hermandades junto su procesión es también de fecha recientísima. La cual, además, en los últimos años se ha ido trasformando en itinerarios, organización, etc.
referentes a Herencia me llevé una sorpresa singular. Encontré la noticia de un pleito de 1744 entre el concejo (es decir, el ayuntamiento) y el sacristán de la villa, que por entonces lo era un tal Francisco Romero, pues éste último «se negaba a asistir a la procesión del Domingo de Ramos, en el que el convento sacaba el Santo Cristo en Ecce Homo (Cristo del Consuelo) y por lo que solían pagarle treinta y seis reales, diciendo que él no lo haría por esa cantidad». Gracias a este pelito sabemos que en Herencia en el siglo XVIII había procesión el Domingo de Ramos, la cual salía del convento con la imagen del Ecce Homo, es decir, del Cristo del Consuelo. 
La imagen del Cristo del Consuelo que salía en procesión en Herencia se destruyó en la guerra civil. No obstante, quedan testimonios fotográficos de ella. Se trataba de una imagen del tardo barroco de medio cuerpo de Cristo en Ecce Homo, con corona de espinas, las tres potencias y caña entre los brazos. Se trata por tanto de la imagen del Rey-Mesías. Excepcional imagen que propiciaba la inauguración de la Semana Santa procesional en Herencia: «He ahí el Hombre (Ecce Homo)»
La imagen y capilla del Cristo del Consuelo ha estado ubicada en el convento desde su fundación y ha estado estrechamente ligada hasta hoy a la familia Enriquez de la Orden.

Hace poco tiempo la nueva imagen se reincorporó a las procesiones de Semana Santa. Y así se ha recuperado, quizá sin saberlo, una de las páginas más genuinas de la Semana Santa de Herencia.
Pero este año nuevamente se vuelve a a dejar sin procesionar tan bonita talla.

P. Enrique Mora OdM

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